Han
concluido las Fiestas de Semana Santa y estamos en pleno tiempo
pascual, tiempo de resurrección, de vida plena, de alegría y de paz
para los cristianos. Las valoraciones que desde los distintos
estamentos sociales se hacen son por lo general positivas en cuanto a
lo económico, lo cultural, lo turístico e incluso lo religioso.
Ha
sido una Semana Santa plena en todos los sentidos. Semana de las que
hace tiempo no se gozaba por distintas razones y diversos
condicionamientos. Enhorabuena y felicidades para todas las personas
que han sido bendecidas y beneficiadas durante estas fechas.
Pero
desgraciadamente no ha sido así para otras muchas personas;
especialmente para muchos otros cristianos. Para muchos hermanos
nuestros de distintos países del mundo civilizado no ha habido
Domingo de Resurrección, porque siguen permanentemente en días de
pasión, de dolor, de persecución irracional e intransigente por
fundamentalismos rancios e inexplicables en pleno siglo XXI.
El
Papa Francisco, ese hombre providencial que rige los actuales
destinos de la Iglesia, lo ha dicho muy claramente estos días: “A
nuestros hermanos perseguidos, decapitados y crucificados por tener
fe… ante nuestros ojos y, a menudo, con nuestro silencio cómplice”,
¿a esos miles de hermanos los estamos recordando y ayudando como se
merecen? ¿O estamos estableciendo lo que se ha dado en llamar “La
jerarquía de la muerte”? Expresión que usan los medios de prensa,
generalmente anglosajones, para hacer referencia a la diferente
cobertura mediática que reciben unas muertes y otras. Como por
ejemplo los asesinatos, 12 muertos, de los periodistas de la revista
francesa “Charlie Hebdo” que recibieron muchísima más atención
mediática que los 147 muertos estudiantes de la Universidad de
Garissa en Kenia, a los que torturaron y mataron el pasado Jueves
Santo sencillamente por ser cristianos, según el escalofriante
testimonio de uno de los supervivientes: “Nos preguntaban si éramos
cristianos o musulmanes y a los cristianos los mataban.” Y, lo digo
con dolor, pues estoy seguro de que mucha gente en España, en el
mundo, ni
se ha enterado...
Y no es solo la yihad. No, no es solo la yihad, entendida como la violencia de grupos organizados del mal llamado Estado Islámico, o Al Qaeda, envueltos en una escalada de violencia a ver quién mata más, para liderar internacionalmente el extremismo islamista. No, esto sucede en muchos países islámicos, donde los cristianos no pueden profesar su fe abiertamente, porque serían detenidos, seguramente torturados y, finalmente, ejecutados. A ellos, a los musulmanes, no les sucede lo mismo en nuestros países cristianos.
Concluyo mi reflexión haciendo esta pregunta: ¿Quién escucha su voz, quién los socorre, quién tiene presente ese sufrimiento y persecución constantes a los que están sometidos esos hermanos nuestros?
Fernando
Gámez de la Blanca.- Martes de Pascua, 07/04/2015.-
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