Próximas ya las fechas de
la Festividad de Todos los Santos y de la Conmemoración de los Difuntos,
fiestas de tanta tradición cristiana y de tanto arraigo popular desde tiempo
inmemorial, vemos muchos con sorpresa y
no pocos con desagrado cómo “otras
celebraciones” foráneas e importadas, de carácter pagano y de origen nórdico,
como el americano “Halloween”, lleno de brujas, oscuridades y terror , se van imponiendo en la Sociedad y van ocupando
sigilosamente un lugar entre las actividades extraescolares que nuestra niñez y
juventud realizan en estas fechas.
No acierto a comprender
con qué facilidad se introducen y adoptan ciertas costumbres en los ambientes
familiar y educativo en detrimento de otras más nuestras y más tradicionales,
alterando y posponiendo el valor de nuestras costumbres y celebraciones con más
mensaje y valores que las que importamos. Es cierto también que hay un
movimiento, aún minoritario que se opone a estos “snobismos”; pero no con la fuerza suficiente para anularlos, ya que el
poder mediático es tan fuerte que logra que lo adoptado de otras naciones siga
vigoroso y eficiente entre las fiestas populares y escolares que se ofrecen a
nuestra niñez y nuestra juventud.
Y voy un poco más allá
en mi reflexión, después de leer u oír
en los “Medios” casos y cosas que
estos días, ya prácticamente electorales, están sucediendo, como el interés por
erradicar del ámbito educativo la religión, o las decisiones de algún
Ayuntamiento de celebrar primeras comuniones
laicas, o las de quitar el crucifijo de la Capilla de un cementerio, o las de
prohibir los “Belenes” y cantar villancicos… además de las que aún nos queden
por ver. Y ¡no pasa nada!; no tiene
importancia, porque oponerse a todo eso o disentir de ello es de trasnochados y
de poco progres.
Pues sí que pasa. Y
mucho, más de lo que nos parece. Porque incluso respetando la libertad de cada
uno, pienso que hay cosas que se deben mantener y otras muchas que se deben
evitar.
Ya lo dijo un
Emperador: “Nunca digas que no pasa nada, cuando tal vez los muros del castillo
se están desmoronado con la ayuda de algunos de dentro”.
Fernando Gámez de la
Blanca.-
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