Cuando pienso, hablo o
escribo sobre los Titulares de esta Cofradía, no puedo menos de unir
a sus nombres los conceptos de ALEGRÍA, LUZ, GOZO, PAZ, FELICIDAD…
Han pasado cuarenta días de oración, penitencia y sacrificio
con la Cuaresma y una intensa Semana, llamada Santa, de dolores,
desprecios, olvidos, insultos, hasta desembocar en una muerte
ignominiosa, dirigidos a Jesús de Nazaret, que, por voluntad
propia, asume todo ese bagaje de desdichas para salvar a la humanidad
pecadora, soberbia y egoísta que paulatinamente se ha ido alejando
de Dios su Padre y nuestro Creador, siendo infiel a la Promesa y
prostituyéndose con ídolos y dioses falsos, olvidando que DIOS,
YAVHE, el Dios de sus Padres, amorosamente espera y espera sin
cansarse la vuelta de sus hijos díscolos, pródigos e infieles.
Pero afortunadamente la Fe
nos dice, y la Historia lo confirma, que no terminó todo allí en el
Calvario, en la Cruz, con el más triste de los abandonos por parte
de casi todos los suyos y hasta aparentemente de su Padre Dios. No,
eso fue el comienzo de la VIDA, de la RECONCILIACIÓN, de la
FELICIDAD sin término, porque al tercer día, según las Escrituras,
CRISTO RESUCITÓ. Y una vez resucitado, ya no muere más y nos indicó
el camino a seguir por todos los que le aman.
Nuestro Papa Francisco,
que con sus actuaciones y mensajes está revolucionando a la Iglesia,
dándole unos toques de más humanidad y de preocupación por las
personas concretas y sus actuales problemas, nos regaló no hace
mucho la primera Exhortación Apostólica titulada “LA ALEGRÍA DEL
EVANGELIO”, exhortación que como buenos cristianos y cofrades
debemos conocer, así como todo Documento formativo e informativo,
que salga de la pluma del Papa, de los Obispos, de los Teólogos,
Moralistas y Pastores de la Iglesia, que tienen la gravísima misión
de enseñar y evangelizar, al igual que los Seglares, según las
capacidades de cada uno.
No me resisto a destacar y
resaltar algunas frases de tal Exhortación Apostólica, que nos
puedan servir para recordar lo que el Papa nos transmite, o para
despertar nuestro apetito de lectura y nuestro deseo de aumentar los
conocimientos religiosos y catequéticos, ya que muchos de nuestros
Cofrades, tras las Catequesis de Comunión, Confirmación o Cursillos
Prematrimoniales, a las que debieron asistir para preparar la
recepción de la Eucaristía, Confirmación o Matrimonio, a pocas o a
casi ninguna más han acudido, resultando así un desequilibrio en
nuestro crecimiento integral como personas, donde se favorece lo
físico y lo intelectual, en detrimento muchas veces de lo moral,
religioso y espiritual.
Dice el Papa en su
Exhortación, entre otras cosas:
“La Iglesia “en salida” es una
Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia
los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr
hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien
detener el paso, dejar de lado la ansiedad
para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para
acompañar al que se quedó al costado del camino…”
“Si la Iglesia entera
asume este dinamismo misionero, debe
llegar a TODOS, sin
excepciones. Pero ¿a quiénes debería privilegiar? ... No tanto a
los amigos y vecinos ricos, sino sobre todo a
los POBRES Y ENFERMOS, a esos que suelen ser
despreciados y olvidados, a aquellos que “no tienen con qué
recompensarte”… No deben quedar dudas ni caben explicaciones que
debiliten este mensaje tan claro: Hoy y
siempre “los pobres son los destinatarios privilegiados del
Evangelio”.
La Exhortación es extensa
y, en las pocas líneas de esta colaboración, traer más citas del
Papa alargaría en exceso el artículo; pero os invito a leerla
completa y veréis qué dice sobre la comodidad de aferrarse a las
propias seguridades; sobre la economía de la exclusión y la
inequidad, que mata; sobre tirar comida; sobre la violencia, igualdad
de oportunidades, diversas formas de agresión y de guerra; sobre el
individualismo posmoderno y globalizado que debilita el desarrollo y
la estabilidad de los vínculos entre las personas y desnaturaliza
los vínculos familiares; y, en fin, sobre el dolor del Papa y su
vergüenza por los pecados de algunos miembros de la Iglesia.
Pero a pesar de todo estos pecados no se deben olvidar a tantos
sacerdotes, religiosos y religiosas y a tantos cristianos como dan
la vida por amor: cuando ayudan a tanta gente a curarse o a morir en
paz en precarios hospitales, o acompañan a personas esclavizadas por
diversas adiciones en los lugares más pobres de la tierra, o se
desgastan en la educación de niños y jóvenes, o cuidan ancianos
abandonados por todos, o tratan de comunicar valores en ambientes
hostiles, o se entregan de otras muchas maneras que muestran ese
inmenso AMOR A LA HUMANIDAD, que nos ha inspirado el Dios hecho
Hombre.
¡¡Aquí está la ALEGRÍA
DEL EVANGELIO!!
Úbeda y abril de
2014.-
Fernando Gámez de la
Blanca: Cofrade y Coordinador Inspectorial de HDB.-
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