sábado, 19 de abril de 2014

Lectio Divina Domingo de Resurrección


Domingo Resurrección. Ciclo A
Jn. 20.1-9
20 Abril 2014




Cristo Resucitado,
que el resplandor de tu Resurrección venza las tinieblas de nuestra conciencia,
y nos descubra el valor auténtico de nuestra vida.
Jesús Resucitado, que nuestra existencia tenga siempre sentido,
lo que hacemos, lo que pensamos, lo que no realizamos por nuestra limitación.
Llena Tú nuestra insuficiencia y limitación.
¡Cristo ha Resucitado! Aleluya, Aleluya.


TEXTO BÍBLICO Juan 20, 1-9
Resurrección de Jesús
El sepulcro vacío

1 El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. 2 Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». 3 Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro.

4 Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; 5 e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. 6 Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos 7 y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. 8 Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

9 Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. 10 Los dos discípulos se volvieron a casa.






El acontecimiento de la resurrección no se describe con las formas espectaculares y apocalípticas de los evangelios sinópticos: para Juan la vida del Resucitado es una realidad que se impone sin ruido y se realiza en silencio, en la potencia discreta e irresistible del Espíritu.
El hecho de la fe de los discípulos se anuncia “cuando todavía estaba oscuro” y se inicia mediante la visión de los signos materiales que los remiten a la Palabra de Dios. Jesús es el gran protagonista de la narración, pero no aparece ya como persona.
El primer día de la semana… Este es un título para significar lo que para el evangelista quiere decir la Resurrección: Es el día de la verdad (el día después del sábado); “aquel día”, anunciado por los profetas; de los nuevos tiempos, de la nueva creación.
Jesús Resucitado inaugura la nueva creación, la definitiva, la novedad de la restauración de todas las cosas en Cristo.
El evangelista pasa de “ver” la realidad a “creer” en otra realidad más profunda, más total: Cristo Resucitado. Cuanto más se deja uno conducir por la luz de la fe más “ve” de otro modo la realidad, exterior e interior. Hay un cambio en el mirar y en el contemplar a las personas y a las cosas, cuando la Resurrección lo ilumina todo.
La Resurrección de Cristo transforma la creación. Primero, transforma a sus discípulos: de hombres tímidos y cobardes a personas valientes y entregadas. Ha muerto el hombre viejo y su vida está iluminada en Dios.
La fe en Cristo Resucitado conduce al creyente a sentirse criatura nueva. Ha sido sepultado con Cristo en el bautismo y con Él ha resucitado.
La fe transforma la dura realidad de sufrimiento y desesperanza, en un nuevo modo de vivir, de ver, de entender…
La fe nos conduce a llenar la vida del gozo de la Resurrección para recrear todos nuestros valores, sentimientos, actitudes y conducta.



¿Qué quiere decir concretamente, para ti, “creer en Jesús Resucitado”? ¿Qué dificultades encuentras? ¿La resurrección es sólo propia de Jesús o es verdaderamente el fundamento de tu fe?
La relación que vemos entre Pedro, el otro discípulo y María Magdalena es evidentemente de gran comunión en torno a Jesús. ¿En qué, o quienes, encuentras hoy esta alianza de amor y de “común unión” fundada en Jesús? ¿Dónde puedes leer los signos concretos del gran amor por el Señor y por los “suyos” que mueve a todos los discípulos?
Cuando observas tu vida y la realidad que te rodea ¿tienes la mirada de Pedro (ve los hechos, pero permanece firme en ellos: a la muerte y a la sepultura de Jesús), o más bien, la del otro discípulo (ve los hechos y descubre en ellos los signos de una vida nueva)?




Vuelve a leer el texto lentamente. Sitúate ante el sepulcro vacío de Jesús y preséntale los sepulcros vacíos que hay en tu vida. ¿Qué te dice Jesús? ¿Qué le respondes?
Deja que resuenen en ti las palabras de María Magdalena. Corre con ella, con Pedro y con el otro discípulo. Pídele a Jesús la gracia de saber buscarlo siempre.
Déjate sumergir gozosamente en la fe en Jesús Resucitado, aunque como los discípulos no lo veas.



Contempla como a la Magdalena y a los discípulos la Resurrección de Jesús les cambia la vida.
Déjate llenar para vivir tú vida desde la Vida del Resucitado.
Siéntete como uno de los discípulos: con miedo, pero con ganas de superarlo; con dudas, pero con hambre de creer y confiar totalmente en Jesús.
Analiza qué te impide entregarte de lleno al Resucitado. ¿Cuáles son para ti los signos en los que ves a Cristo Resucitado: los pobres, los desesperanzados, los miedosos, los bautizados sin compromiso…?
Acepta que Jesús Resucitado entre en tu vida, acógelo como amigo, con confianza: “¡Él es la Vida!”





Busca momentos concretos durante la semana para acoger la gracia de la Resurrección, dejarte renovar por la misericordia de Dios, amar por Jesús y que la fuerza de su amor transforme tu vida.
En tu oración pídele a Jesús que te ayude a descubrir qué tinieblas dominan tu interior que no dejan brillar la gracia y la alegría de Cristo Resucitado.
Haz un gesto, una acción, para que los pobres, desesperanzados… y las personas que tienes cerca crean y confíen en Jesús Resucitado.

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