domingo, 20 de marzo de 2011

LOS SIGNOS DE LOS TIEMPOS

Diariamente el avance y la modernización de las comunicaciones nos traen tal abundancia de noticias instantáneas del mundo entero, que uno se atreve a decir y con razón: “Que este mundo es un pañuelo”. Y nos traen evidentemente toda clase de noticias. Por desgracia más malas que buenas, que es lo que el pasado fin de semana ha sucedido con la terrible noticia del terremoto en el Pacifico y el posterior tsunami que ha asolado principalmente a una buena parte de Japón y ha dejado sentir sus efectos en múltiples lugares del planeta con distintas consecuencias para unos y otros.

Pero lo más preocupante, dentro de la terrible desgracia y perdida de vidas humanas, ciudades y servicios, como los de las centrales nucleares, quizás haya sido el que tal terremoto ha afectado hasta a la inclinación del eje de la tierra y al movimiento de rotación de la misma, por las consecuencias posteriores e irreversibles que esto pueda tener y que, de momento, desconocemos, hasta que los expertos y científicos valoren, calibren y nos comuniquen, si no es un secreto de estado, el alcance de este terremoto.

Con cercana frecuencia en el tiempo se vienen sucediendo otras catástrofes en distintos lugares del mundo, aparte de las que las propias personas provocamos con nuestros egoísmos e intransigencias, con nuestras ambiciones e injusticias, con nuestra falta de preocupación y cariño hacia las personas, los animales o la naturaleza en general, destacando las violentas manifestaciones e incluso conatos de guerras que asolan a los países árabes del Norte de África, de las costas del Mar Rojo o del Océano Índico, donde se vive aún sin regímenes democráticos y con desigualdades sociales abismales entre los que lo poseen casi todo y los que nada tienen, a pesar de ser naciones muy ricas gracias al abundante petróleo de sus subsuelo; y catástrofes otras no relacionadas con la acción directa del hombre, como son los terremotos, los volcanes o los ciclones e inundaciones, que nos deben dar qué pensar y nos deben hacer reflexionar.

Se me ocurre sobre estos temas manifestar que, a pesar de nuestra prepotencia, orgullo y sabiduría, de los avances tecnológicos y científicos de los que nos jactamos y de los que nos beneficiamos, estamos aún en las primeras letras del conocimiento de la naturaleza y de su desarrollo, no sabiendo mirar con ojo avizor, ni con humilde mirada, ni con mente sencilla los “signos de los tiempos y de la naturaleza” que nos están diciendo a gritos que seamos más humildes, que seamos menos materialistas, que pensemos un poco más en lo trascendente, que no vivamos sólo de tejas para abajo, y miremos más a las alturas. En una palabra que pensemos, creamos y acudamos más al Hacedor de todo, a DIOS. Pero no para cruzarnos de brazos y verlas venir; sino para entendernos, ayudarnos, estar todos y cada uno mejor preparados para dominar la Tierra, según el mandato divino tras la creación del hombre: “Creced, multiplicaos y dominad la tierra”; y en definitiva querernos más unos a otros y confiar más en EL.

Y no puedo terminar mi escrito sin traer a colación otro “signo de los tiempos” que se está prodigando ya en exceso, perfectamente organizado y orquestado por personas o grupos radicales e intolerantes. Me refiero al obstrucionismo y ataque sistemático hacia la religión y más concretamente a los cristianos y a los católicos. Como botón de muestra los atentados en Irán, Afganistán o Pakistán, o sin ir tan lejos los cierres de las capillas en algunas de nuestras Universidades y el colmo ya la profanación por un grupo organizado de la Capilla de la Universidad Complutense de Madrid, en la que las pintadas amenazadoras y los hechos realizados dentro de la misma por un grupo de chicas dicen muy poco en favor de sus autores y menos aún de los responsables de tales estudiantes, que los consienten o autorizan, comenzando por el propio Rector de la Universidad, en un foro y un recinto donde la cultura y la educación deben brillar respetando y defendiendo todas las libertades, entre las que se encuentra la LIBERTAD RELIGIOSA. ¿Para cuándo la reacción del Rector de la Autónoma ante semejantes tropelías? Si esto es una muestra de cómo se están formando nuestros jóvenes universitarios, mal futuro se augura, y peor nos espera.

Y para concluir sin un sabor excesivamente amargo, mi aplauso sincero a todos los que, sensibilizados con lo que cada día sucede en el mundo, ayudan, colaboran, ofrecen lo que tienen y se ofrecen ellos mismos, elevan sus plegarias por los que sufren y están necesitados, perdonan y disculpan, sabiendo así sacar todo el partido posible de los “signos de los tiempos y de la naturaleza”, para hacer un MUNDO MEJOR, actuando, aportando soluciones y no sólo quedándose de brazos cruzados, porque lo que suceda o haya sucedido en el mundo, aunque no me haya afectado o quede muy lejos de mí, sí me importa y me preocupa.

¡Ojalá cambiemos nuestras actitudes y nuestros comportamientos personales, para que así también cambie el mundo o al menos la época en la que nos ha tocado vivir!



Fernando Gámez de la Blanca.- Úbeda y Marzo de 2011.-

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