viernes, 22 de febrero de 2013

LECTIO DIVINA DOMINGO 2º CUARESMA


                                           Lectio  divina             Fuente: DABAR
                                   Domingo 2º Cuaresma Ciclo “C”   24 de Febrero 2013
Gn 15, 5-12, 17-18; Sal 26, 7-14; Flp 3,17 – 4,1; Lc 9, 28b-36


1.      Oración inicial:
Señor y Padre nuestro, tu amor nos sobrepasa. Tanto nos has amado que quedamos boquiabiertos ante tu fidelidad. Ayúdanos a vivir unidos a Ti para que en medio de las dificultades podamos permanecer firmes en el seguimiento de tu Hijo Jesús, Salvador nuestro. 

2. Lectura comprensiva: Lc 9, 28b-36
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle». Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al texto
V.28 En aquel tiempo. Este encabezamiento habitual del texto litúrgico encubre la indicación temporal del evangelista: Unos ocho días después de estas palabras, en referencia a la invitación hecha por Jesús a seguirle en su camino de cruz y de gloria (9,21-27). A lo alto de una montaña. La montaña como lugar que facilita la cercanía de Dios.   
Vs.28-29 Para orar. Y mientras oraba. Lucas es el único evangelista que menciona la oración como finalidad de la ida de Jesús a la montaña.
V.30 Moisés y Elías. Las dos grandes figuras de la Escritura Santa, cuya vuelta a la tierra era una de las expectativas del judaísmo inmediatamente anterior a la era cristiana.
V.31 Hablaban de su muerte. El término empleado en el original no es muerte sino éxodo (salida), término que en el evangelio de Lucas engloba pasión, muerte y resurrección.
V.32 Se caían de sueño; y espabilándose. Más en consonancia con el original: estaban profundamente dormidos. Cuando se despertaron, vieron…
V.33 Maestro. El término utilizado por Pedro es epistáta, el mismo de hace dos domingos, cuando Jesús le pedía echar las redes mar adentro. Tiene  el sentido de maestro, patrón, jefe, no el de maestro, enseñante, docente. Persona con capacidad de liderazgo. ¡Qué hermoso es estar aquí! En realidad, las palabras de Pedro no son una exclamación sino una constatación: Es bueno que nosotros estemos aquí. Pedro debió pensar que Juan, Santiago y él podrían evitar la marcha de Moisés y de Elías, mencionada poco antes por el evangelista. Chozas. Tiendas, cabañas.  Evocan la morada de Israel en el pasado y prefiguran su morada en el futuro mesiánico. En tiempos de Jesús, la fiesta de las tiendas era una de las grandes concentraciones festivas de Israel, con la mirada  puesta siempre en el pasado y, sobre todo,  en el futuro.  No sabía lo que decía, comentario de Lucas a unas palabras que, en un ejemplo de mala interpretación de la situación, pretendían  perpetuar la presencia gloriosa de Jesús, Moisés y Elías.
V.34 La nube. Símbolo de la presencia y de la gloria de Dios. Se asustaron. La misma reacción de estupor y espanto de Pedro y sus socios de pesca hace dos domingos. Miedo a desaparecer por completo ante la cercanía de Dios. Es el miedo que se recoge en la expresión clásica temor de Dios. Impresión profunda, estremecedora, paralizante. De ahí el comentario anterior de Lucas (no sabía lo que decía); de ahí también la contundente indicación final de Lucas en el v.36: Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. Silencio como reacción ante la magnitud de lo vivido y como recurso para no banalizar lo vivido evitando que ello deviniera  trivial, común, insustancial.
b. Texto
Todo comienza en el silencio de la montaña y estando Jesús orando. Silencio, oración. La transfiguración de Jesús y la presencia visible de Moisés y Elías están envueltos en el silencio y son un acontecimiento de oración. Moisés y Elías hablan con Jesús, hablan de Jesús, de su futuro de cruz y de gloria. Hablan de lo que Jesús hablaba con Dios y de lo que Dios hablaba con Jesús. Así era la oración de Jesús (vs.29-31).
A partir de aquí, el evangelista centra su atención en los tres discípulos. Es difícil hurtarse a la certeza de estar ante una situación imborrable para Pedro, Juan y Santiago. Situación que les cogió inicialmente dormidos, que ellos no provocaron, con la que se toparon, que malinterpretaron y que, en su tramo final, los llenó de miedo.  ¿Por qué este miedo? Porque Dios estaba allí, su nube los había envuelto y desde ella les hablaba a ellos: Este es mi Hijo elegido, escuchadlo. Cercanía misteriosa de Dios, pero cercanía real, audible, que señalaba y designaba al Jesús de carne y hueso que ellos conocían y a quien veían ahora como la tienda divina en medio de ellos. El Jesús de carne y hueso les libraba del miedo a la grandiosidad de Dios, pero desde ahora tenían la certeza del misterio divino encerrado en Jesús, con la única gran diferencia de que la cercanía de Jesús no les resultaba estremecedora ni aplastante.  Por increíble que pudiera parecerles, Jesús era Dios accesible a ellos. A Él debían escuchar, Él era la Palabra de Dios encarnada, Él daba sentido a toda la Escritura Santa, representada en Moisés y Elías.      

4. Meditación:
Indicaciones para nuestra vida
Los grandes momentos de Dios con nosotros están siempre envueltos de un gran silencio. Lo que es verdaderamente grande pasa a menudo desapercibido; el quieto silencio se revela más fecundo que la frenética agitación y el activismo. Estos nos hacen muchas veces incapaces de detenernos, de estar tranquilos,  de escuchar el silencio en que Dios hace oír su voz discreta. El misterio de Dios sucede en el silencio y es en el silencio donde podemos oír la voz de Dios.
Aturdidos por tantos ruidos, tantos estrépitos, tantas voces de nuestra ruidosa e hipersensibilizada vida moderna estamos perdiendo el recogimiento, la interioridad, la aptitud a prestar oídos a las secretas inspiraciones de Dios. Y sin recogimiento e interioridad, ¡qué difícil es hablar con Dios y que Dios nos hable! ¡La voz de Dios es habitualmente discreta! El misterio de Dios sucede en el silencio y es en el silencio donde podemos oír la voz de Dios.
Hay situaciones que entenderemos mejor, si antes hemos orado. Hay cosas que haremos mejor, si antes hemos orado. Hay palabras que no diríamos, si antes hubiéramos orado. ¿No nos sobrarán actuaciones y palabras y nos faltará oración?
Preguntas y cuestiones
El tiempo de Cuaresma es tiempo de conversión, pero también de esperanza. Se nos ha concedido anticipar el final de la “película”. ¿Cómo ando de esperanza en este tiempo de cambio, de conversión hacia Dios?
Nos puede entrar la tentación de cambiar la alegría del Evangelio por la tristeza de la necesaria Pasión. ¿He olvidado que el Evangelio es Buena Noticia?
¿Yo también tengo que espabilarme para darme cuenta de la gloria que se anuncia y que junto a ella están los hombres?

5, Contemplación:
“Transfiguración de Jesús”. En un ambiente de oración, el evangelista Lucas sitúa esta escena tan evocadora acerca de quién es Jesucristo y cuál es su misión. Jesús nos muestra su condición gloriosa. Es como un anticipo de su resurrección y su gloria, que tendrán lugar después de su pasión y muerte en la cruz.

6. Oración:
El Señor es mi luz y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?
Escúchame, Señor, que te llamo, ten piedad, respóndeme. Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro».
Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro. No rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio.
Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor.

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