Carta
nº 41
16
AÑOS LLENOS DE ESPERANZA
Queridos
amigos de Proyecto Don Bosco:
Hace
ya algunos meses que no me dirijo a vosotros. Quisiera retomar el
ritmo con que lo hacía nuestro querido Don Domingo, pero no me
resulta fácil por las pocas horas que puedo echar de tranquilidad en
el despacho. No quiero dejar más tiempo sin dirigiros la carta Nº
41, con la que compartir con vosotros algunas de nuestras alegrías,
nuestras inquietudes y, por qué no, también alguna de nuestras
penas. Son varios los motivos:
El
26 de octubre de 1998 se firmaba el acta fundacional de la Fundación
Proyecto Don Bosco, por
la que se creaba nuestra querida entidad, fruto de un soñador.
Soñador era Don Bosco, soñador era Don Domingo González Diz, que
veía con claridad que la mejor forma de garantizar la continuidad y
el crecimiento de la multitud de iniciativas específicas que habían
estado funcionando en los últimos años en favor de los jóvenes en
riesgo, era esta. La variedad de proyectos y la dependencia de los
mismos, de salesianos que estaban sujetos a la movilidad de los
cambios, hacía de nuestros proyectos sociales una realidad precaria
e inestable. Esta preocupación se reflejó en el Capítulo
Inspectorial de 1998. Y una de sus conclusiones operativas
encomendaba al Inspector y su Consejo era crear una estructura más
estable, con garantías de futuro en la Inspectoría
Fruto
de aquella genial intuición de Don Domingo, nuestra fundación, con
la ayuda de toda la Familia Salesiana, alcanzó ayer la edad de la
adolescencia. Dieciséis
años, esa edad hermosa, tan difícil, pero tan cargada de esperanza,
donde se gestan los sueños, donde, con un adecuado acompañamiento y
la necesaria carga de amor, se ponen las bases que llevan a la
mayoría de edad y los principios que van a condicionar el futuro.
Estamos de enhorabuena y quiero transmitiros, en nombre de todos los
que estamos detrás de la fundación nuestro más sincero
agradecimiento por vuestro aliento y vuestra colaboración.
El
segundo acontecimiento que hemos vivido en estos meses, no de menor
importancia por su trascendencia histórica es la creación de la
nueva Inspectoría María Auxiliadora.
El prado de I Becchi se nos amplía con nuevos horizontes, nuestros
destinatarios tienen ahora mucho más campo por el que correr; pero
son muchos más, muchísimos. Las necesidades aumentan, los jóvenes
a los que podemos llegar se multiplican; pero también las personas
que se dedican a ellos. Nuestra Familia Salesiana adquiere con esta
nueva realidad una nueva dimensión que nos posibilita llegar más y
mejor a los jóvenes que más nos necesitan.
A
esta labor se añaden otras dos entidades: Iniciativa Solidaria Angel
Tomás, con su sede en Valencia y Salesians Sant Jordi, con su sede
en Barcelona. Entre
nuestras tres entidades hay cerca de 500 profesionales y 300
voluntarios trabajando directamente en más de 100 proyectos
específicos con más de 8.000 jóvenes en riesgo de exclusión. Si a
esto añadimos el trabajo de prevención y la atención a la
diversidad que se lleva a cabo en nuestras escuelas, el trabajo que
se realiza en las escuelas de formación profesional, los PCPI,
transformados recientemente en Formación Profesional Básica (FPB) y
en los centros juveniles y parroquias, podemos decir que nuestra
inspectoría está en la vanguardia de la prevención y de la
actuación directa con colectivos en riesgo.
La
nueva inspectoría nos ha traído también un nuevo presidente, Don
Cristobal López Romero.
Don Cristobal nos anima a crecer en unidad en la nueva realidad
inspectorial y a lograr que este cuarto ambiente de la misión
salesiana se haga aún más presente allí donde nuestras Fundaciones
no tengan ningún proyecto. Es tarea de toda la Familia Salesiana
lograr este monumento
vivo del bicentenario. “Sin vosotros no puedo hacer nada”.
El
tercer acontecimiento ya os lo he adelantado: iniciamos el
Bicentenario
del nacimiento de Don Bosco. Es
un momento privilegiado para mirar al pasado, lo hemos hecho durante
los tres años de preparación, pero también para poner las bases
sólidas en el presente que vivimos y permitirnos soñar por un
futuro mejor para nuestros destinatarios preferenciales.
Mirar
al pasado para conocerlo y quererlo más, para beber de su misma
fuente y para dar gracias a Dios por el gran don que nos ha regalado
a la Iglesia. También para dar gracias a Don Bosco por haber dicho
sí a esa llamada a pesar de las presiones que tenía para responder
a otras necesidades muy bien remuneradas; y finalmente para dar
gracias a todos los que hacéis posible, de un modo u otro, que Don
Bosco siga vivo hoy entre nosotros. Pero este mirar al pasado, nos
recuerda Don Cristobal, que nos ha de lanzar al futuro, nos ha de
ayudar a soñar, a querer llegar a más jóvenes y a preparar y
formar a las fuerzas vivas encargadas, junto con los salesianos, de
hacerles ver que son los predilectos de Dios.
Termino
esta carta con un
recuerdo para Omram,
ese muchacho de origen Marroquí que ha perdido la vida en su pueblo
natal, hace apenas un mes, algunos años después de ser repatriado.
El primer permiso de trabajo, y por consiguiente el primer empleo del
Proyecto Buzzetti en Jaén fue para él. Su hermano nos decía en
conversación telefónica que Omram hablaba mucho de Don Bosco y que
estaban sumamente agradecidos por lo que nuestra Fundación había
hecho por él.
Lloramos
su marcha como nuestro santo lloró tantas veces la muerte prematura
de muchos de sus jóvenes; pero Omram nos da un motivo más para
seguir luchando por ellos y para ellos, siendo más de Dios y más de
los jóvenes.
Descansa
en Paz, querido Omram. Descansa en paz.
Córdoba,
28 de octubre de 2014
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