sábado, 24 de mayo de 2014

La Educación integral, una urgente necesidad.



Las personas que nos hemos dedicado profesionalmente al mundo de la docencia y de la educación cada vez nos convencemos más de que esta profesión es clave para el desarrollo de la Sociedad y de las personas que la integran. No en vano los políticos, conocedores de esto, desde siempre han procurado influir y dejar su impronta en este campo para mejor dominar situaciones y grupos humanos con el adoctrinamiento que la educación de las personas les proporciona.

Y viene al caso esta constatación inicial, porque servirá de apoyo para sustentar la reflexión que hoy quiero compartir con todos vosotros, reflexión que me brota tras oír y leer en estos días el comportamiento y las actuaciones de cierto grupo de personas, que a través de las redes, se han manifestado en sucesos de actualidad, como el asesinato de la Presidenta de la Diputación de León o el triunfo del Maccabi israelí en la final europea de Baloncesto.

No acierto a comprender cómo jóvenes, porque el perfil de edad de estas personas oscila entre los 18 y 30 años, en sus comentarios en las redes sociales puedan destilar tanta crueldad, tanta inquina y tanto odio, hasta el punto de que puedan alegrarse con la muerte violenta y el cruel asesinato de alguien que no piensa como ellos; o pueda rememorar o desear para un pueblo, en este caso el judío, las más abyectas crueldades y sufrimientos, porque su equipo haya sido derrotado en una final de baloncesto.

Inconcebible e incomprensible que personas jóvenes, llenas de vida y se supone que llenas de ilusiones y grandes ideales, concienciadas para el diálogo y la concordia, educadas en la sana libertad y mutuo respeto, amantes de la vida, respetuosas con los adversarios, preparadas para ser ciudadanos del mundo y para promover la unión y convivencia civilizada entre los pueblos y las ideologías, inconcebible e incomprensible, repito, que en el siglo XXI la educación en una nación democrática, como la nuestra, no haya conseguido que estos y muchos valores más hayan prendido en la personalidad de estos jóvenes y antes bien el odio, la venganza, la intolerancia, lleguen hasta tal extremo que deseen la muerte y la violencia para otras personas.

El “homo homini lupus”, que hace muchos años lanzara como sentencia el filósofo, sigue siendo por desgracia una realidad en los tiempos que vivimos y las personas son lobos para las mismas personas, para sus mismos semejantes y con frecuencia por razones tan fútiles como el triunfo o la derrota de mi equipo deportivo o la discrepancia con mi vecino o mi conciudadano en cuanto a las ideas políticas que cada uno tenga.

Si muchos jóvenes de hoy, niños de un ayer muy cercano, se manifiestan así y actúan en consecuencia, hay que replantearse muy, pero que muy seriamente la educación y formación que se está dando desde las familias y desde los poderes públicos, pues si no esta deriva de la Sociedad nos llevará al primitivismo más cruel y al más rotundo de los fracasos.



Fernando Gámez de la Blanca.-

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