martes, 19 de noviembre de 2013

Tema II: El valor de la fidelidad matrimonial




a) Ser fiel.-

Los hombres quedamos obligados por nuestra sola voluntad.

Es fiel quien cumple la palabra dada. Pero no se es fiel a secas porque no existe la fidelidad por sí misma, vacía de contenido. Se es fiel a algo o respecto de algo o de alguien. De manera que la fidelidad viene determinada por los valores y las metas a las que el hombre quiere ser fiel. Se puede ser fiel a la esposa o al equipo de fútbol, o a ambos. A diferencia de otras virtudes que tienen una materia específica, la fidelidad no se presenta tanto como un valor en sí misma, sino más bien como la permanencia de unos valores y la adhesión de la persona a los mismos.

Pero aun siendo fiel a algo o a alguien, tampoco se es fiel respecto de una multitud amorfa de personas o a una realidad indefinida, sino que se es fiel respecto de alguien concreto y de unos valores determinados. Se es fiel a un compromiso que se convierte en un vínculo.

Ser fiel se podría equiparar a ser leal. Para nosotros una persona es leal cuando «acepta los vínculos implícitos en su adhesión a otros —amigos, jefes, familiares, patria, instituciones, etc. — de tal modo que refuerza y protege, a lo largo del tiempo, el conjunto de valores que representan». Pero la fidelidad es una virtud que viene determinada por los valores y las metas a los que el hombre quiere ser fiel. Porque la perseverancia en el logro de un objetivo rastrero o miserable no merece ser llamada fidelidad, sino reincidencia.

Sin embargo, la fidelidad y la lealtad son dos virtudes de la persona humana que en el uso común y hasta filosófico se confunden y pueden resultar equivalentes. Sin embargo, se diferencian en el lenguaje religioso o teológico.

Se podría decir que la lealtad es la actitud consciente o espontánea de cumplir los compromisos adquiridos y atenerse a la palabra dada expresa o tácitamente. Mientras que la fidelidad sería la voluntad libre, firme y constante de mantenerse activamente vinculado a personas, ideales y modos de vida, legítimamente aceptados, a pesar de la erosión del tiempo y de los obstáculos interiores y exteriores, que suelen ocasionar de modo natural cambios en el querer.

Se es leal a los compromisos y se es fiel a los valores y a las personas. Se es leal al lo pasado y asumido y se es fiel a lo futuro y a lo que está por suceder. Los esposos se prometen fidelidad para el resto de su vida y son leales a los compromisos que se dieron.

Así pues, la fidelidad implica una cierta sanción y horizonte espiritual o religioso y no se trata de una disposición estática, sino de una tendencia del alma más que de un estado, porque es dinámica y creativa.

b) Ser infiel.-

Pero el espíritu humano alberga como parte integrante de su fragilidad una notable capacidad de ligereza y de banalidad ante bienes importantes que ya posee. Es capaz de distraerse con una hojarasca que vuela en el aire. No siempre, ni en todo caso, se es infiel por malicia, a veces por simple despiste, ignorancia en las prioridades. No tener claro qué es lo importante.

Se puede ser infiel por preferir el éxito profesional que hace merecer a uno mismo delante de sus compañeros, aunque cuando salga a la calle nadie sabe quién es ese señor que parece que se cree alguien. También se puede ser infiel por preferir el deporte, los hobbies o hasta los propios hijos por encima del cumplimiento del compromiso matrimonial que los justificó. Si se piensa detenidamente es un absurdo. Se casa con una señora porque le promete amor eterno y luego a quien quiere de verdad es a los hijos que le dio su señora, pero a la señora no.

Pero las infidelidades que podemos comprobar y hasta padecer o protagonizar nos confirman que solamente quien tiene la posibilidad de ser fiel también tiene la posibilidad de ser infiel. El perro es el mejor amigo del hombre pero no es fiel, ni tampoco infiel. Será agradecido y no morderá la mano que le da de comer, pero no se compromete ni se vincula con su amo.

La fidelidad es cosa humana, de hombres y de mujeres, no de ángeles y de demonios. Y somos fieles como lo puede ser una persona, a veces con heroicidad, pero siempre con sentido de la realidad. Por esto la fidelidad cuenta con los propios defectos e imperfecciones, así como con las propias virtudes. Y por esto, también, la fidelidad cuenta con los propios defectos del otro y con sus propios aciertos. Por todo ello, la fidelidad implica necesariamente el perdón y la comprensión que se alcanzan sólo con amor.

Tan es así que ser fiel es saber perdonar. A veces es más costoso perdonar que pedir perdón. Y para saber perdonar hay que saber ser fiel al compromiso inicial donde lo que se prometió es fidelidad no compensación de activos y pasivos, como si de una contabilidad se tratara. Se perdona porque se es fiel a la promesa realizada.

No quiere decirse que para ser fiel sea necesario ser infiel, como si fuera una premisa imprescindible, sino que la fidelidad y la infidelidad son posibles, reales. Sólo los hombres capaces de ser infieles, porque pueden hacer el mal y no lo hacen, pueden elevarse a la fidelidad.


c) A pesar de todo... fiel.-

Pero el hombre, aunque no quisiera, arrastra consigo el peso de su egoísmo, de sus descuidos, prejuicios y demás circunstancias que se encuentran en el origen de muchos fracasos en la elección de un modo de vivir que debería ser irrevocable. El hombre es un ser racional, pero no siempre obedece a su razón, ni está tan claro que al mundo le muevan las ideas, sino más bien los corazones enamorados. Quizás sea porque el amor es lo único que engrandece a un hombre y al final de los tiempos es lo único que queda.

Hoy día vivimos en una sociedad utilitarista, afanosa de dominar y poseer cosas y bienes.

Tendemos a pensar que podemos disponer a nuestro antojo de los seres que tratamos, como si fueran objetos, nuestros juguetes: ahora quiero, ahora no quiero.

Vivimos en una sociedad adolescente, con miedo al compromiso, que vive de películas y de historias fantásticas que nunca podrán hacerse realidad. Lo cotidiano aparece como la espera de un momento excepcional que algún día llegará, en lugar de ser el espacio en el que se teje el compromiso de la vida real, la única que tenemos entre nuestras manos.

Para una persona fiel, lo importante no es cambiar y probar otras cosas o personas o situaciones, sino realizar en su propia vida el ideal al que se comprometió y mantener su empeño en ello. El fiel cumple con su voluntad, quiere lo que dijo que iba a querer. Y el que es fiel a una promesa o a un compromiso no es un terco, sino más bien tenaz, perseverante, porque con su fidelidad muestra el valor propio del compromiso.


d) Necesidad de la Fidelidad conyugal.-

En virtud del pacto de amor conyugal el hombre y la mujer que se casan ya no son dos, sino “una sola carne”.

A partir de ese momento son, en lo conyugal, una “única unidad”. Ha surgido entre ellos el vínculo conyugal –una “comunidad”— por el que constituyen en lo conyugal una unidad de tal naturaleza que el marido pasa a pertenecer a la mujer, en cuanto esposo, y la mujer al marido, en cuanto esposa. Hasta tal punto que cada uno debe amar al otro cónyuge no sólo como a sí mismo —como a los demás hombres— sino con el amor de sí mismo. Un deber que, por ser derivación y manifestación de la "unidad en la carne"—es decir, de la “unidad” que han constituido con la entrega recíproca de sí mismos en cuanto sexualmente distintos y complementarios—, abarca todos los niveles — cuerpo, espíritu, afectividad, etc. — y ha de desarrollarse más y más cada día.

Tratar de precisar el sentido o alcance de lo que se quiere decir cuando se habla de la fidelidad matrimonial. Afrontar el tema de la custodia de esa fidelidad.

Necesidad de la protección y custodia de la fidelidad en el matrimonio



Compromiso individual o mejor de pareja



Para su reflexión

En la vida social, ¿quién y a qué es uno fiel?

¿Es la fidelidad un valor en sí? ¿Qué es?

¿La fidelidad se tiene a alguien a algo?

¿Es igual fidelidad que lealtad en un lenguaje religioso?

¿Por qué el ser humano, hombre o mujer, es infiel? ¿Sólo por malicia?

¿Se puede hablar de fidelidad en los animales?

¿Puede ser heroica la fidelidad?

¿A qué implica necesariamente la fidelidad?

¿Qué arrastra al hombre o mujer a la infidelidad?

Vivimos en una sociedad utilitarista y adolescente, ¿se puede explicar este tipo de sociedad?

¿Es necesario probar la infidelidad, aunque sólo sea de pensamiento o deseo, para valorar después la fidelidad?


No hay comentarios: