Domingo_28º T.O. Ciclo “C” 13 de Octubre de 2013
2 Re 5, 14-17; Sal 97, 1-4; 2 Tim 2, 8-13; Lc 17,
11-19
1. Oración inicial:
Te pedimos, Señor, que tu gracia
continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar
siempre el bien.
2. Lectura comprensiva: Lucas 17,11‑19
Yendo Jesús camino
de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo,
vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le
decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «Id a
presentaros a los sacerdotes». Y, mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes
gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un
samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?;
los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar
gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado».
3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al Texto
V.11 Entre Samaría y Galilea. Siguiendo la frontera entre ambos y evitando
territorio samaritano, dadas las tensas relaciones entre judíos y samaritanos,
puestas de manifiesto en 9,51-56.
V.12 Se pararon a lo
lejos. De
acuerdo a la Ley , el leproso debía vivir aislado, avisar
siempre de su presencia y no acercarse a
las personas sanas (Levítico 13,46, Números 5,2-3).
V.13 A gritos. Dado que no podían acercarse por ser leprosos. Maestro. El término griego
empleado abarca más que la sola enseñanza; expresa autoridad de todo tipo.
V.14 Presentaos a los sacerdotes. De acuerdo también a la Ley , era un sacerdote quien debía certificar la
curación del leproso (Levítico 14,2-3). Lo sorprendente de la orden de Jesús es
el momento en que la formula: antes de la curación.
V.16 Echarse por
tierra. Literalmente
arrodillarse hasta tocar el suelo con el rostro. Gesto con connotación
divina. Samaritano. Para un judío, sinónimo de extranjero, cismático y,
consiguientemente, excluido del Pueblo de Dios.
V.17 Jesús tomó la
palabra y dijo. Por primera vez en el relato deja entrever el evangelista que Jesús no
estaba solo.
V.18 Dar gloria a
Dios. Alabar
a Dios.
V.19 Fe. Confianza inquebrantable en Dios. Tu fe te ha salvado. Lucas reproduce estas mismas palabras de
Jesús en tres ocasiones más: 7,50; 8,48; y 18,42. Destinatarios: dos mujeres,
un samaritano y un ciego.
b. Texto
Segundo texto exclusivo
de Lucas con malas relaciones entre judíos y samaritanos como telón de fondo
(primero: 9,51-56). Segundo texto también exclusivo de Lucas con un samaritano
como protagonista ejemplar (primero: 10,30-37, parábola del buen samaritano).
Desde el comienzo en el
v.11 hasta los gritos de los leprosos pidiendo ayuda a Jesús en el v.13, el
texto recoge reminiscencias históricas normales y para nada llamativas. Los
leprosos apelan a la bondad de Jesús, cuyo poder de curar era sobradamente
conocido: ¡Maestro, ten compasión de
nosotros!
Lo realmente llamativo y
novedoso es el modo de ayuda que Jesús les ofrece en el v.14: Presentaos a los sacerdotes. Jesús no cura a los leprosos sino que los
remite a quien podrá certificar su curación. Es decir, la ayuda que Jesús les
ofrecía era una promesa suya de curación
o, más exactamente, les ofrecía su palabra de curación. Novedoso no es sinónimo
de no histórico; si lo novedoso quedó grabado en la memoria fue precisamente
porque existió.
Los leprosos se fiaron
de la palabra de curación de Jesús. Y
mientras iban de camino, quedaron limpios, informa el evangelista escuetamente y sin concesión alguna a la curiosidad
(v.14).
El texto continúa con el
regreso de uno de los curados para
colmar de elogios a Dios, autor principal del milagro, y dar gracias a Jesús,
intermediario de Dios. Comentario del evangelista: ¡Éste era un samaritano! Comentario
enfático, con gran carga expresiva: ¡el único en reconocer la mano de Dios en
su curación y en venir a agradecérselo a Jesús fue un menospreciado
cismático! Se trata, indudablemente, del mensaje central que el evangelista
quiere transmitir. Y así lo quiere, porque en la memoria de todos los que
acompañaban a Jesús en su camino a Jerusalén quedaron imborrablemente grabadas
preguntas que Jesús les lanzó: ¿No han quedado limpios los diez? ¿Dónde
están los nueve? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios? Y quedó también imborrablemente grabado lo que Jesús dijo al
extranjero y menospreciado cismático: Tu fe te ha salvado. Reconocimiento público por parte de Jesús de
la inquebrantable confianza en Dios de alguien a quien se le excluía del Pueblo
de Dios.
4. Meditación:
a. Indicaciones para nuestra vida
Diez fueron curados, pero la lección de fe agradecida vino de quien menos
podía esperarse: de un menospreciado, de un marginado. Solo éste reconoció la mano de Dios en su
curación y encontró tiempo para venir a darle las gracias a Jesús por su
mediación.
Una mediación que, a su vez, fue una prueba de fe: los diez debían creer
que alcanzarían la curación si se fiaban de la palabra de Jesús que los mandaba
acudir a los sacerdotes para que estos certificaran su curación. Los diez
aceptaron la prueba y fueron curados. Pero nueve creyeron hasta que fueron
curados (fe interesada y, por ello, desagradecida); solo uno siguió creyendo
después (fe agradecida y, por ello, desinteresada). Esta última hizo exclamar
emocionado a Jesús: ¡Levántate! ¡Vete! Tu fe te ha salvado.
b. Preguntas y cuestiones
¿Cuáles
son las personas o colectivos que nuestra sociedad rechaza como a los leprosos
de tiempos de Jesús?
¿Participamos
nosotros de este rechazo? ¿De quienes?
Si
Jesús “tocaba” los leprosos y les curaba, ¿cómo podemos imitar su ejemplo?
5, Contemplación:
Si perseveramos con Cristo, reinaremos con Él; si
somos infieles, Él permanece fiel.
6.
Oración:
Después de recibir los
dones de tu Espíritu en esta eucaristía, queremos volver a nuestra vida de cada
día con renovadas fuerzas. Tu palabra, Señor, nos ha iluminado el camino. Que
tu Espíritu nos dé fuerzas para seguirte con fidelidad.
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