DOMINGO V CUARESMA
Ciclo “C”
17 de Marzo de 2013
Is 43, 16-21; Sal 125, 1-6; Flp 3, 8-14; Jn 8,
1-11
1. Oración inicial:
Oh, Señor que perdonas a quienes te escuchan, abre
nuestros corazones a tu Palabra y transfórmalos Para que seamos capaces de
llevarla a cabo en nuestras vidas.
2. Lectura comprensiva: Juan 8, 1‑11
En aquel
tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de
nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándole en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en
flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú,
¿qué dices?» Le
preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose,
escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y
les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». E
inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron
escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con
la mujer, en medio, que seguía allí delante. Jesús se incorporó y le preguntó:
«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó:
«Ninguno, Señor». Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no
peques más».
3. Comentario bíblico:
a.
Aclaraciones al Texto
Vs.1-2
Se retiró al monte de los Olivos. De nuevo en el templo. Estas indicaciones remiten a una permanencia de
Jesús en Jerusalén desde la fiesta de las Tiendas (en octubre, Jn.7,2) hasta la fiesta de Hanukká
(dedicación del templo, en diciembre,
Jn.10,22). Estancia caracterizada por duros enfrentamientos de los dirigentes
religiosos con Jesús. Sentándose, les
enseñaba. Los maestros judíos solían enseñar sentados en el suelo. Los
alumnos estaban igualmente sentados alrededor del maestro.
V.3
Letrados. Laicos o sacerdotes
encargados de la enseñanza e interpretación de la Ley después de largos
estudios, que los hacían acreedores al título de maestro. Pertenecientes tanto al partido fariseo como al saduceo,
no eran, sin embargo, confundibles con ninguno de estos dos grupos.
V.3
Colocando a la mujer en medio. En
el centro, donde estaba sentado Jesús rodeado de la gente.
V.5
La Ley de Moisés.
La construcción sintáctica del
original no pone el énfasis en la
Ley sino en Moisés: En
la Ley , Moisés nos ordena apedrear a las adúlteras.
Tú ¿qué dices? Los maestros piden a Jesús confrontarse con Moisés. ¿Pondrá Jesús en tela de juicio la autoridad de Moisés y, por
elevación, la de Dios? Sería una blasfemia. Éste es el sentido del comprometerlo y poder acusarlo del v.6.
V.11
Señor. La interpelación bíblica por antonomasia referida a Dios. En adelante. La traducción es correcta.
El original dice literalmente a partir
de ahora, tal vez para dar
énfasis al momento del encuentro con Jesús, un encuentro capaz de generar
conversión, de cambiar una vida.
b.
Texto
Tú
¿qué dices? (hoy, 8,5) Con anterioridad al texto de hoy: ¿Dónde está ése? (7,11). ¿Cómo entiende de letras sin haber
estudiado? (7,15). ¿Adónde se irá
éste que nosotros no lo podamos encontrar? (7,35) Con posterioridad al
texto de hoy: ¿Dónde está tu Padre? (8,19)
Tú ¿quién eres? (8,25). ¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo? Si tú
eres el Mesías, dínoslo abiertamente. (10,24)
Preguntas y más preguntas sobre Jesús
en una sección del cuarto evangelio que abarca los capítulos 7 al 10. En ellos
se encuentra la pregunta que maestros reconocidos formulan a Jesús: Tú ¿qué dices? Una pregunta dentro de
un texto, que el cuarto evangelista ha querido expresamente que no cayera en el
olvido.
El caso aportado por los maestros
hablaba por sí solo: adulterio flagrante. Moisés había sentado jurisprudencia
para casos así: pena de muerte. Sentada alrededor de Jesús había mucha gente,
que había madrugado para escuchar su enseñanza. Nada de esto es invención. Hay situaciones impactantes, que,
precisamente por ello, dejan huella imborrable en quienes las viven. La del
texto de hoy es una de ellas.
Tú
¿qué dices? La pregunta, en
realidad, no obedecía a un interés sincero por una actuación ajustada a
derecho. De ahí la respuesta de Jesús: El que esté sin pecado, que le tire
la primera piedra. Respuesta sorprendente por inesperada, aunque no nueva
en Jesús: recuérdese el texto de Lucas
de hace dos domingos (13,1-9). Parafraseando la respuesta de entonces,
Jesús dice hoy a los maestros que han traído a la adúltera: ¿Pensáis que esta mujer es más pecadora que
vosotros? Os digo que no. En su respuesta de hoy, Jesús vuelve a invitar a
la introspección, a mirarse cada uno dentro de sí mismo, antes de enjuiciar a
los demás. Todo ello en una secuencia de gran plasticidad y fuerza expresiva
por la combinación de cambios en la dirección de la mirada de Jesús, de
silencios y de palabras. Tal vez uno de los cuadros más inolvidables y de mayor
impacto de la literatura evangélica.
Merece la pena detenerse en el final,
después de que los maestros habían marchado. Jesús sentado en el suelo; la
mujer de pie. Los dos en el interior del
círculo formado por la gente que había madrugado para escuchar la enseñanza del
maestro. Jesús levanta sus ojos hacia la mujer y le pregunta: ¿Ninguno te ha condenado? La mujer le
responde: Ninguno, Señor. La mujer
verbaliza lo que estaba viendo: en Jesús había encontrado a Dios en persona y
así se lo expresa otorgándole el título de Señor.
Y el Señor le dice: Tampoco yo te
condeno. A partir de ahora, no peques más. El encuentro con Jesús había
operado en la adúltera el milagro de la conversión: la vida de esta mujer había
cambiado por completo, había pasado de la muerte a la vida, había experimentado
la misericordia de Dios.
4. Meditación:
a. Indicaciones para nuestra vida
¡Qué fácil le resultó la conversión a
la mujer adúltera! Le llevaron ante un maestro y se encontró con Dios, con su Señor.
¿Y si lo que de verdad y en el fondo nos
falta a nosotros es encontrarnos con Jesús?
Cuando esto suceda (que sucederá) no tengamos reparo en llamarle Señor. Jesús es Dios en la tierra. Sólo
Él es Señor.
b. Preguntas y cuestiones
La pregunta, se nos hace, como
siempre, a nosotros. ¿Qué es más importante para nosotros, la ley o las
personas?
Jesús está
convencido que las personas podemos cambiar, y tú, ¿qué dices?
Jesús mira al
corazón de las personas, y tú, ¿qué dices?
Jesús perdona,
y tú, ¿qué dices?
Jesús enseña con su vida, y
tú, ¿qué dices?
5, Contemplación:
Nos parecemos
bastante a los que hoy enjuician a la mujer desde el rigor seco de la ley, sin
escuchar razones o pretextos. En el fondo, comprobamos que cuando se vive desde
la auto-indulgencia y la auto-justificación -tal como nosotros vivimos- es muy
fácil ser terriblemente severos con el otro al momento de asumir sus faltas o
culpabilidad. Acaso desde nuestro mundo de satisfechos, no creemos y decimos
muchas veces, que los males de tantos obedecen en el fondo a su falta de
responsabilidad o previsión.
6.
Oración:
Hoy, Señor, queremos
agradecerte que, en Jesucristo, nos hayas mostrado la compasión. Que en tu Hijo
nos hayas reconciliado contigo. En Él nos has enseñado el poder del perdón, en
Él nos has mostrado que lo importante es lo que está en nuestro corazón, que la
ley no es más que un instrumento para convertir nuestros corazones según tu
voluntad.
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