Hemos entrado de lleno, desde finales
de abril, en el tiempo litúrgico más alegre y luminoso, llamado
tiempo pascual, que a lo largo de cincuenta días nos traerá
festividades asombrosas y llenas de luz, alegría, vida y esperanza,
como se desprende del acto más importante y central para la vida
espiritual de los cristianos: La Resurrección del Señor Jesús.
Y en este tiempo se celebran multitud
de Primeras Comuniones, Bautismos, Confirmaciones y Matrimonios. Para
la correcta recepción de todos estos Sacramentos antes se necesita
una preparación remota y otra próxima, concretizadas en una serie
de catequesis de duración variable, según la edad y formación que
las personas que los han de recibir tengan o en su defecto, como pasa
con el Bautismo, para los padrinos del neófito que ha de ser
bautizado.
Para las Primeras Comuniones y
Confesiones a los niños y niñas se les prepara con esmero y durante
un largo periodo de tiempo, que abarca varios años. Igual sucede con
las Confirmaciones de jóvenes, quizás con algo menos de tiempo y
sesiones de catequesis. Pero lo que no puedo
comprender muy bien es que para la preparación al Matrimonio
Cristiano, con toda la carga de responsabilidad que la recepción de
este Sacramento conlleva, además de formación necesaria para
afrontar la nueva e inexplorada vida que a la pareja de novios se les
presenta, la preparación digo para la recepción de este
importantísimo Sacramento no comprendo que se reduzca a unos
apretados Cursillos con charlas interesantes, impartidas en un fin de
semana o en cinco sesiones diarias de algo más de una hora de
duración, que es la experiencia que conozco y en la que participamos
mi esposa y yo.
Es verdad que más vale eso que nada,
se podría argumentar; pero para un hombre y una mujer que se
comprometen por su fe a unirse para toda la vida por amor, para
procrear y educar a unos hijos, para vivir en pareja su
religiosidad, sus trabajos, sus anhelos, sus alegrías y sus penas,
sus triunfos y sus fracasos, su salud y sus enfermedades, sus luchas
y esfuerzos, en fin, para ser felices en esta vida y sobre todo en la
otra, es decir para buscar de la mano, en pareja y con todos sus
hijos, la salvación final, para esta pareja de novios cristianos,
que busca y se compromete a todo lo enumerado, tiene que haber una
buena preparación, con más tiempo, con una Catequesis prolongada
antes de la celebración del Sacramento y culminada con más charlas
y reuniones posteriores a la recepción del mismo.
Catequesis, charlas y reuniones
que la Iglesia les ofrece antes del Matrimonio en los Cursillos
Prematrimoniales; después en reuniones de Grupos matrimoniales en
distintos movimientos cristianos familiares. Entre ellos la Familia
Salesiana tiene a los “Hogares D. Bosco”, un movimiento familiar
cristiano y salesiano que surgió como iniciativa para la formación
matrimonial y familiar de los Salesianos Cooperadores, allá por la
década de los años sesenta en Cuenca, y que se han extendido por
toda la España Salesiana, arraigando de un modo especial en nuestras
tierras del Sur (antiguas Inspectorías de Córdoba y Sevilla),
aunque también el Movimiento está bien representado en las
antiguas Inspectorías de Madrid y Barcelona.
Hoy son muchos los Matrimonios que en
nuestros Hogares D. Bosco, o en otros Movimientos Familiares
Cristianos, continúan su formación humana, cristiana, matrimonial y
familiar, como una garantía de permanencia en la convivencia
familiar hasta la muerte y como una garantía de la unidad e
indisolubilidad que el Sacramento requiere.
Vivimos tiempos difíciles para los
matrimonios y para las familias; pero los cristianos y para los que
nos llamamos Salesianos tenemos que seguir las instrucciones de
nuestros Pastores, con el Papa Francisco a la cabeza, que conscientes
de la importancia y trascendencia del matrimonio y de la familia, no
cesan en sus intervenciones y directrices pastorales de animarnos e
indicarnos el camino a seguir, conscientes de que esta primera célula
de la Sociedad es la base de la convivencia en armonía, amor y paz
para toda la Humanidad.
Desde Hogares D. Bosco, un Grupo más
de la Familia Salesiana, os invitamos a que nos conozcáis un poco
mejor y a que os unáis a los que ya formamos parte de ellos, para
trabajar por nuestro Matrimonio en primer lugar y por los Matrimonios
y Familias de nuestro entorno, que en resumidas cuentas es trabajar
por los JÓVENES, parcela predilecta y primera de todos los que somos
o nos sentimos SALESIANOS.
Encarnita Rodríguez y Fernando Gámez:
Matrimonio
Coordinador Inspectorial de HDB-Sevilla.-
Úbeda y Mayo de 2014.-
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