Tiempos de Exámenes.
Estos días de Junio son fechas, en el ámbito docente, de evaluaciones con las pruebas de
selectividad, los exámenes finales y los últimos esfuerzos para coronar la cima
de un curso escolar que ya concluye.
Es normal que los alumnos y alumnas de nuestros Centros se encuentren un
poco agobiados, aunque los más previsores y responsables poco tienen que temer
y poco se alteran ante los acontecimientos evaluadores que se les exige, porque
han hecho de la responsabilidad, del esfuerzo cotidiano y del estudio
programado la norma de su actuación escolar a lo largo de todo el año y así los
momentos finales se hacen más llevaderos y menos agobiantes y sorpresivos.
En cambio para un número cada vez mayor, y por lo mismo preocupante, estos
días de evaluaciones suponen un duro y difícil tramo de superar en su formación
académica, porque no ha sido debidamente preparado con el esfuerzo y estudio
programado, ni con el trabajo del día a día monótono pero efectivo y necesario
para el triunfo final.
Es su trabajo, es su profesión, es su misión mientras se estén formando y
preparando para la vida y para desempeñar los cargos y puestos que el futuro de
su ciudad y región, que el futuro de España, en una palabra, les demanda. Y
cuanto mayor y mejor preparación intelectual, profesional, social, ética, moral
y religiosa tengan, mayor y mejor servicio prestarán al bien común, al bien de
todos.
Es muy importante y vital la
responsabilidad que nuestros chicos y chicas tienen, así como sus progenitores,
en este tema de la formación y sobre todo de la educación de cada uno de ellos.
Teniendo en cuenta además que es un deber inalienable que los padres den a sus
hijos e hijas la educación que deseen, acorde con sus ideas, creencias y formas
plantearse la vida; deber que ha de estar subsidiado, nunca ejecutado y
protagonizado, por las administraciones
públicas y por los gobiernos de turno.
Y aquí es importante recordar que, si la labor de las administraciones en
los temas educativos es una labor subsidiaria, éstas deberían de una vez por
todas establecer un consenso amplio, para dotar a la Nación de unas leyes
duraderas, que no estén sujetas a los vaivenes políticos del partido que
gobierne cada cuatro años.
Pienso que no están difícil, si la buena voluntad y el interés de los
alumnos es lo primero que se mirara y no el interés político e ideológico de
los gobernantes del momento. ¿Acaso para elaborar la Constitución , ley de
leyes que nos sirve de guía, no hubo un gran consenso entre los políticos? ¿Por
qué no haberlo también y buscarlo con buena fe y cediendo cada uno un poco, en
lo que a la educación se refiere?
Nunca una ley tan importante como la que regule la educación de nuestras
jóvenes generaciones debe dejar de primar el esfuerzo, la disciplina, la
excelencia formativa, los valores éticos, morales y religiosos, la educación,
en fin, integral de las personas, que un día dirigirán los destinos de nuestros
pueblos y ciudades, de la Nación
en general.
Mi deseo, como docente que he sido y que aún me considero, es que de una
vez por todas se trabaje, se haga un esfuerzo importante por consensuar una Ley
de Educación válida y duradera con la que se consigan mejores profesionales,
mejores ciudadanos y, en resumen, mejores personas, que es lo que la Sociedad y el Mundo en
general está demandando en los tiempos que vivimos y en los que esta crisis de
todo que nos atenaza. Crisis que se
superará si todos y cada uno vamos siendo mejores personas.
Fernando Gámez de la Blanca. Colaborador.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario