Domingo 5º de Pascua_28 de Abril de 2013. Ciclo C
Hch 14, 21b-27; Sal
144, 1-5a; Ap 21, 1-5ª; Jn 13, 31-33a. 34-35
1.
Oración inicial:
Jesucristo: me invitas a vivir en
fe, sin temblores, y me anuncias que te vas a preparar mi morada en la casa del
Padre. ¿Cómo agradeceré todo lo que has hecho y haces por mí? Tu palabra no
puede fallar, y yo me aferro a ella con toda mi poca fe.
2. Lectura comprensiva: Juan 13,31‑33a.34‑35
Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora
es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es
glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo
glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un
mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también entre vosotros. La señal por la que conocerán todos que sois discípulos
míos será que os amáis unos a otros».
3. Comentario bíblico:
a. Aclaraciones al texto
Vs.31. Ser glorificado. Ponerse de manifiesto la gloria de una persona.
Trasfondo semántico del término bíblico
kabod (gloria) en sentido figurado: lo que alguien es en su ser y en su
actuar. El Hijo del Hombre. Expresión usada
siempre y sólo por Jesús para referirse a sí mismo; denota el yo de Jesús
rebosante de una autoridad más que humana, recatadamente divina.
V.32 Dios lo glorificará. Resucitando a Jesús,
Dios pondrá de manifiesto quién es
Jesús.
V.33 Hijos míos. Literalmente, hijitos. Lenguaje
con la carga emocional de quien sabe que
va a ser literalmente arrancado de la convivencia con sus discípulos.
V.34
Mandamiento nuevo. Nuevo no por
la elevación del listón moral (ya suficientemente elevado en el Antiguo
Testamento) sino por el arraigo en Jesús; nuevo por ser Jesús el referente y la
fuente del mandamiento.
b. Texto
¿Qué
dice en sí mismo?
Los dos versículos iniciales no son un
juego de frases sino la formulación de una singular relación personal entre
Jesús y Dios. La misma relación personal que, en el texto del domingo pasado,
Jesús formulaba así: Yo y el padre somos
uno. La existencia de una singular relación personal entre Jesús y Dios
constituye un dato indudablemente histórico de Jesús.
Un enfático ahora realza la
salida de quien va a entregar a Jesús. La marcha de Judas precipita lo
irreparable de la situación. Jesús era plenamente consciente de que sus horas
con los discípulos estaban contadas: Me queda poco de estar con vosotros.
La situación no podía menos que ser emocionalmente intensa. La entrañable y
espontánea exclamación-interpelación ¡Hijitos!,
salida desde lo hondo de Jesús, articula su aflicción y afecto humanos.
Pero este lado humano y natural de
Jesús no eclipsó ni eliminó su lado divino y sobrenatural; Jesús era plenamente
consciente de que la marcha de Judas posibilitaba también la hora de la gloria.
Jesús iba a manifestar, iba a
revelar quién era Dios y, a su vez, Dios
iba a manifestar, iba a revelar quién
era Jesús.
La hora era la hora de la cruz. Y la
hora de la cruz era la hora del amor sin límites de Jesús y de Dios.
Revelación trascendental,
inimaginable, inesperada. Hora real en su doble dimensión humana y divina. Hora
en absoluto inventada o poéticamente presentada por el autor del cuarto
evangelio.
Amaos unos a otros como yo os he
amado. Precisamente porque sabía
que iba a ser arrancado de sus discípulos, Jesús tenía sumo interés en
inculcarles que, en ausencia suya, deberían vivir entre ellos como Él había
vivido estando con ellos. Jesús les invita a reproducir entre ellos el amor que
Él ha tenido con ellos. Lo esencial en estas palabras de Jesús no es invitar a
sus discípulos a una exigencia suprema, sino invitarles a vivir en Él a fin de
que ellos vivan el amor que Él ha vivido con ellos.
4. Meditación:
Indicaciones para nuestra vida
Jesús no se entiende sin
Dios y Dios se entiende perfectamente desde Jesús.
Dios es amor, Jesús es
amor, el discípulo es amor. El amor del discípulo arranca de la experiencia de
sentirse amado por Jesús y por Dios. El amor de Jesús arranca de la experiencia
de sentirse amado por Dios. Dios está en el origen del amor de Jesús hacia
nosotros y Jesús está en el origen del amor de cada uno de nosotros hacia los
demás. El amor constituye el ser de Dios, de Jesús y de cada uno de nosotros;
un ser perfecto en Dios y en Jesús, un ser siempre perfectible en nosotros.
No hay gloria sin cruz y
no hay cruz sin gloria. Contemplando a Jesús en la cruz, descubrimos que la
gloria se fragua en la entrega hasta la muerte. Gloria cruda y dura, en las
antípodas de la palabrería y de la mercadotecnia.
Preguntas y cuestiones
Descubramos
entre todos cuales son las personas y los colectivos en los que debemos
realizar el amor al estilo de Jesús.
¿Cuáles son las principales características que definen el amor al
estilo de Jesús?
5, Contemplación:
Para amar como Él
nos ha amado, necesitamos que su Espíritu nos llene el corazón. Gracias a
nuestra unión con el Padre y el Espíritu
vencemos nuestro egoísmo, conocemos la verdad y
superamos el miedo. La oración personal y los sacramentos alimentan
nuestra unión con la Trinidad.
6. Oración:
Te damos gracias, Padre,
porque nos amas tanto que nos has dado a tu Hijo Jesús.
Él se
rebajó hasta ser humano como nosotros menos en el pecado.
Nos ha
revelado tu rostro y con su predicación y su vida fundó tu Reinado en el mundo.
Sufrió
la persecución y la muerte como todos los profetas.
Desde
lo alto de la cruz nos ha conducido hacia Ti.
Con
sus heridas hemos sido curados.
Tú le
resucitaste de entre los muertos y subiendo a los cielos, intercede ahora por
nosotros.
Con
todos los salvados que ya gozan de tu presencia te alabamos y te damos gracias.
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