domingo, 24 de marzo de 2013

LECTURA MEDITADA DEL LUNES SANTO




Lectura del Lunes 25 de marzo de 2013
Lunes Santo
Juan 12, 1-11


Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él en la mesa.
María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: ¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres? (Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando)
Entonces Jesús dijo: Déjala: lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis.
Una muchedumbre de Judíos se enteró de que estaba allí y fueron no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Comentarios
Jesús comparte en Betania una cena con sus amigos más cercanos. Cada uno de los tres hermanos atiende a Jesús de una manera particular.
Lázaro como interlocutor, Marta en el servicio y María brindándole el gesto de acogida común en aquel entonces, lavar y secar los pies como gesto de hospitalidad y de acogida.
 María, al utilizar un perfume muy fino y costoso, está poniendo de manifiesto el inmenso amor que siente por Jesús. Contrasta con la actitud de Judas, que no comprende el gesto de la mujer y la cuestiona bajo el pretexto de ser solidario con los pobres.
Jesús defiende el gesto de la mujer y le da un nuevo significado: le está preparando para la sepultura; ya que, según la costumbre de la época, a los muertos se les embalsamaba con perfumes.
Tres aspectos sobresalen en el texto: el amor incondicional a Jesús que implica darle lo mejor de sí; pretender utilizar la solidaridad con los pobres para alcanzar propósitos egoístas y mezquinos; e intentar eliminar a todo el que favorezca la conversión a Jesús.
Nuestra solidaridad con los excluidos debe surgir de un auténtico amor compasivo y un fuerte deseo por la justicia, no como simple asistencialismo. 

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