ENTREVISTA A D.
CRISTÓBAL LÓPEZ ROMERO, INSPECTOR DE LA INSPECTORÍA DE Mª
AUXILIADORA, CON SEDE EN SEVILLA.-
El
próximo 7 de junio la España Salesiana pasara de tener seis
inspectorías a dos, una de ellas será la Inspectoría “María
Auxiliadora” con sede en Sevilla. Desde la Asociación de Antiguos
Alumnos de Pamplona han realizado una entrevista al nuevo Inspector
en la que habla de su vocación, de la iglesia, de los jóvenes…
(Web
de Salesianos-Sevilla).
1.
¿Cómo es un día en su vida?
Los
días en la vida de un Padre Inspector son variadísimos. Se puede
decir que no hay dos iguales. Casi todos ellos son intensos y tienen
una triple dimensión: el encuentro con Dios en momentos como la
Eucaristía, la Meditación, la Oración de las horas; el encuentro
con los hermanos Salesianos Religiosos (reuniones, coloquios
personales, comidas…) y el encuentro con los Jóvenes,
Colaboradores Laicos y Familia Salesiana. El peligro es que esto
último se lleve la mayor parte de las energías, en detrimento de
los dos primeros (activismo)… o que los momentos de encuentro
explícito con Dios estén desconectados de los otros dos
(espiritualismo, que es menos frecuente) Estos primeros días están
siendo para mí muy intensos en viajes, visita a Comunidades y Obras,
conocimiento de Personas y situaciones. El extremo fue el día 29 de
mayo, en que, partiendo de Huesca y llegado a Córdoba, visité seis
comunidades recorriendo casi 900 km y conduciendo yo sólo, todo en
14 horas. No lo haré más: es poner a prueba a la Providencia y
obligar a San Cristóbal a hacer horas extras.
2.
¿Puede contarnos como sintió la llamada a la vida religiosa?
Fue
una auténtica llamada, es decir, que no fue algo que se me ocurrió
a mí, sino una propuesta que me llegó desde fuera. El Padre
Director del colegio de Badalona, donde yo era alumno, me hizo ir a
su despacho y me preguntó formalmente si me gustaría ser Salesiano.
Yo, que quería ser Maestro desde los seis años, y que me había
“enamorado” de la forma de ser Maestros de los Salesianos (el
estilo de Don Bosco), no puede decir otra cosa que “sí”. Tenía
12 años; fui vocación “tardía”, porque mis compañeros de
aspirantado habían empezado a los 9 ó 10 años; yo llegué ya con
dos años de retraso en el latín… y tuve que recuperarlos a
marchas forzadas. Lo decisivo para que yo respondiese sí en ese
momento fue el testimonio de los Salesianos y el ambiente que yo pude
vivir en mis cuatro años de alumno en Badalona. Todo ello me enamoró
e hizo que quisiese vivir de la misma forma que mis Maestros y en el
mismo ambiente.
3.
¿Cuál ha sido su camino hasta llegar a ser Inspector de la
Inspectoría “María Auxiliadora”?
Empecé
a “ser Salesiano” jurídicamente a los 16 años, con la primera
profesión religiosa, en Godelleta (Valencia). Pasé tres años de
formación en Sentmenat (Barcelona) y dos de tirocinio práctico en
Barcelona-Rocafort. Me destinaron luego a una nueva fundación
(“nueva presencia”, decíamos) en Barcelona-La Verneda, donde
estuve los 11 años que dicha Comunidad duró. Un año todavía de
práctica pedagógica, cinco de estudiante de filosofía y teología
(y periodismo) y cinco ya como sacerdote. A los 32 años, el Rector
Mayor D. Egidio Viganó, acogiendo mi disponibilidad para ir a
cualquier lugar de la Congregación, me envió a Paraguay, donde pasé
18 años hermosísimos, 6 de ellos como Padre Inspector. Cuando
pensaba quedarme para siempre en Paraguay, D. Pascual Chávez, nuevo
Rector Mayor, me pidió ir a Marruecos; fue otra etapa muy hermosa en
mi vida salesiana, que duró 8 años. Cuando pensaba ya dejar mis
huesos en esa tierra musulmana donde tan bien me sentía, de nuevo el
P. Pascual me solicitó ir a Bolivia como Padre Inspector; allí he
pasado sólo tres años y algunos meses… pero lo mismo ha supuesto
un desgarramiento el tener que dejar a unas personas a las que mucho
he querido y que me han querido mucho. El nuevo Rector Mayor, P.
Ángel Fernández, asesorado por el anterior, me pidió hace apenas
unas semanas aceptar reemplazarle en el cargo que él debía asumir.
No pude, ni quise, ni supe negarme… como en las anteriores
ocasiones. España, Paraguay, Marruecos, Bolivia… y nuevamente
España. Estas cuatro naciones son mis “cuatro esposas” o amores
(como he estado en tierra de Islam, he aprendido lo que es la
poligamia y que se pueden tener ¡¡¡cuatro esposas!!!)
4.
¿Cree usted que la Iglesia debería hacer algún cambio para
acercarse a los jóvenes?
Los
debe hacer y los está haciendo. El ejemplo y testimonio, las
orientaciones y líneas pastorales del Papa Francisco así lo
indican. También nosotros, Salesianos, en esa misma línea, debemos
revitalizar nuestro carisma y nuestro entusiasmo vocacional, para
estar más cerca de los jóvenes y servirles más y mejor.
5.
¿Cómo ve usted a los jóvenes de hoy?
¿Los
jóvenes de dónde? ¿Qué tipo de jóvenes? Porque hay de todo, como
en botica. Pero, a riesgo de generalizar, diría que los veo con una
educación deficiente o al menos insuficiente, con graves
dificultades para el acceso al trabajo, sin un sentido claro y
definido de la vida, inmersos en un ambiente que no les ayuda a
descubrir la vida como vocación de servicio a los demás, sino como
simple intento de supervivencia y búsqueda rápida y fácil de
autosatisfacciones. Pero claro, al lado de muchos jóvenes a los que
se les puede aplicar este cliché, hay muchos otros que sí han
descubierto el valor de la entrega generosa, que viven su vida
comprometidamente, que son servidores y apóstoles de sus compañeros,
etc.
6.
¿Qué ha supuesto para la Congregación Salesiana el
Capítulo General 27?
Un
impulso y una renovación del compromiso de los Salesianos de ser
“más de Dios, más de los hermanos y más de los jóvenes”,
utilizando palabras del Rector Mayor. Eso está, por ahora, en el
papel: nos toca traducirlo a hechos, llevarlo a la realidad.
7.
¿Cómo podemos llevar el Mensaje de Cristo a nuestra Sociedad?
Viviéndolo,
testimoniándolo y, cada vez que se dé la ocasión –y también sin
ella-, anunciándolo. No hay secretos ni métodos mágicos: hay que
vivir y testimoniar, hay que anunciar e invitar, llamar, interpelar…
8.
De Don Bosco se decía que era el Signo y Portador del Amor de Dios a
los jóvenes ¿Cómo cree que se puede hacer vida hoy
esta afirmación?
No
sé si se decía eso de Don Bosco, pero sí que se dice en las
Constituciones de los SDB que somos eso, “signos y portadores del
amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres”. La
gran mayoría de los SDB lo están siendo ya. El camino para serlo es
salir a la búsqueda de los jóvenes, encontrarse con ellos, estar
con ellos y compartir su vida, amarles y buscar su bien más
profundo, su felicidad (Don Bosco hablaba siempre de “salvación”).
Si hacemos eso, es casi seguro que el joven se sentirá amado y,
aunque no es automático, podrá descubrir que ese amor viene de
Dios, y que el Salesiano se lo ha traído (portador) y manifestado
(signo).
9.
¿Qué retos de futuro piensa que debe afrontar la Familia Salesiana?
Toda
la Familia Salesiana debe crecer (debemos) en identidad,
profundizando y viviendo nuestra espiritualidad y nuestro carisma
salesianos. Esto conlleva, como consecuencia, proponer y transmitir a
otros la alegría de vivir como vivimos, es decir, el tema
“vocacional específico” Cada rama debe crecer en autonomía y
responsabilidad propia, especialmente las asociaciones y grupos
laicales, aumentando también el sentido de pertenencia a la Iglesia
y a la Familia Salesiana. En algunos ambientes (no en todos), la
Familia Salesiana está envejecida y feminizada; hay que
rejuvenecerla y equilibrarla en lo que se refiere a número de
varones y mujeres. Finalmente, last but not least, todos debemos
repristinar nuestro amor primero a los jóvenes, volvernos a enamorar
de ellos, querer estar con ellos: la misión juvenil.
10.
Haciendo un ejercicio de imaginación ¿Qué piensa que les diría
Don Bosco a los jóvenes actuales?
Que
vale la pena vivir la vida con Jesús; que vivir el Evangelio es
fuente de alegría, que es fácil hacerlo y que hacerlo da una
profunda y definitiva felicidad… y que en eso consiste ser santo.
Les diría también que hay muchos jóvenes como ellos que están
esperando una mano tendida, unos brazos abiertos, un corazón grande
para amarles… y que son ellos mismos los que tienen que ofrecer
todo eso a sus compañeros. Valoraría mucho el servicio de animación
y voluntariado que tantos jóvenes están llevando a cabo y les
animaría a hacerlo con perseverancia, dedicación y entrega total.
Y, por fin, les repetiría lo que nos dijo a todos: “Os espero en
el paraíso”.
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