16/12/2013.-
Vivimos unos tiempos en los que
parece imposible eludir este arrollador ritmo que la vida actual lleva impreso, en el que todo se adelanta,
todo se acelera y todo lo que es bueno quiere acercarlo cada vez más, quiere
poseerlo y disfrutarlo cuanto antes.
Las entrañables FIESTAS de NAVIDAD
tampoco se escapan de ese ritmo acelerado y, como botón de muestra, observamos
que ya, desde los últimos días de
noviembre, nos han estado asediando con los adornos y los anuncios de la NAVIDAD.
Así es posible que llegue el día
en que esto suceda desde los inicios del otoño,
al ritmo que vamos. Pero si todo ello sucede sólo por motivos
comerciales, malo; mas si también sucede porque la NAVIDAD nos acerca y nos
trae tantas sensaciones buenas, tantos
mensajes llenos de mayor comprensión, de amor más profundo y de paz más firme,
de los que estamos tan necesitados,
bienvenido sea ese adelanto de la NAVIDAD.
Siendo optimista, que es la
actitud que más debemos cultivar y poner en práctica, veo la Navidad , a pesar de las
voces discordantes que sobre ella existen, algo normal en un mundo en el que la
libertad se ejerce sin tapujos ni dobleces, la veo, digo, cada vez más
auténtica, más original, más volviendo a sus raíces y a su significado
cristiano.
Porque las personas se encuentran
en este tiempo más felices, olvidando rencores, disculpando errores, no dando
importancia a sucesos desagradables u ofensivos entre ellas; las familias se
unen y se juntan durante unos días viviendo el calor humano del hogar,
acentuando los recuerdos de la infancia y la niñez, recordando los consejos y
dichos de los abuelos, haciendo realidad gozosa la paz y el consuelo de los
ratos de charla, lectura reposada, plegarias sencillas, comidas caseras y
austeras elaboradas con las recetas de la abuela, teniendo detalles y regalos
agradecidos de los hijos para con los padres y de éstos para con sus hijos, en
un intercambio de detalles y de afectos mutuos.
Porque, en fin, el recuerdo de la NAVIDAD nos acerca más a
los demás, que es en el fondo acercarnos más a ESE NIÑO de BELÉN que trajo al
mundo un Mensaje, que con el paso del tiempo y de los muchos años que hace que
se promulgó, no ha perdido ni un ápice de actualidad; no nos resulta extraño ni
pasado de moda, porque fue y es aún hoy un Mensaje de CONCORDIA, de PERDÓN, de
ENTENDIMIENTO y en resumen de PAZ y AMOR para toda la HUMANIDAD.
¡Ojalá no se quede en eso, en un
simple mensaje; sino que sea una fecunda realidad, que inunde nuestros Pueblos
y Ciudades, nuestro Mundo en general, para que las NAVIDADES del año que
termina sean verdaderas Navidades para todo ser humano de cualquier raza, color
o país del que proceda!
En nuestras manos está conseguir
esa Navidad llena de FELICIDAD para TODOS, que yo os deseo de corazón también a
TODOS.
Fernando Gámez de la Blanca.
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