Con motivo de la pasada huelga en la
enseñanza, un entrañable amigo, colaborador asiduo con los Medios escritos a
nivel autonómico, me enviaba su última colaboración, que comparto con él y no
voy a reseñar aquí por economía de tiempo y espacio, y la acompañaba de este
comentario:
“Como habréis podido ver en
algunos Medios, se han perdido todos los principios en la enseñanza en
nuestro país. Una vez más, en la Facultad de Ciencias de la Información,
se han interrumpido las clases. Si alguno de vosotros conoce estas instalaciones, habrá visto pintadas
por pasillos, por los exteriores de la Facultad…, amén de personas fumando todo
tipo de drogas, y "estudiantes" tirados por los suelos, reclamando
una beca”.
A lo que le he contestado así: “Siempre he sido,
estimado amigo, un enemigo visceral de las huelgas, porque creo que con ellas
no se arregla nada. No descarto, no obstante, su legitimidad; pero no estoy de
acuerdo en su uso frecuente, injustificado, precipitado y menos el abuso que de
este "instrumento democrático" hacen muchos, que no viven más que
para incordiar, manifestarse, estar siempre en contra de..., y más aún si es
una persona o un partido de derechas el que gobierna. Nunca estos personajillos
extremistas, jaleados por los "progres" y apoyados por un aparato
programado, nunca, repito, hacen "huelgas a la japonesa", es decir
trabajar más, echar más horas, esforzarse más...
¡Cuánto pillo, pícaro y subsidiado hay en esta nuestra querida España!, que por
otra parte son listos, pero que muy listos; pero usan esa inteligencia para no
dar golpe en vez de para progresar, innovar, crear, avanzar y ofrecer
soluciones y un futuro mejor para todos. En fin, mal vamos si nuestros estudiantes
y jóvenes, futuro de la humanidad, no se "aprietan los machos",
rechinan los dientes, trabajan, sufren, se esfuerzan para que siendo ellos cada
día mejores y estando más preparados, la sociedad y el mundo sean mejores”.
Hasta aquí mi contestación al correo de mi amigo.
Hoy en esta colaboración para Radio Úbeda
me ratifico en lo expresado a mi amigo y aclaro un poco más, porque creo que
manifestarse, hablar, protestar, disentir y acciones por el estilo son
legítimas y están amparadas por nuestra Constitución; y que yo las resumo así:
hay que manifestarse pacíficamente, ordenadamente, civilizadamente, sin
coacciones ni piquetes violentos, cuantas veces sean necesarias, pues es una
forma de participación democrática en la vida de la sociedad; pero huelgas
paralizadoras y manifestaciones salvajes, violentas, con destrozos de
mobiliario urbano, vehículos, comercios y todo lo que se ponga a mano de los
violentos, amén de coacciones y piquetes prohibitivos, programados por personas
con intereses ajenos a la esencia de lo que se pide en la manifestación o la
huelga, NO, con eso nunca estaré de acuerdo, ni creo que lo están las personas
de bien y civilizadas.
No lleva más razón el que más grita, ni
el que más violenta las situaciones con su desafortunado comportamiento.
Concluyo invitando a los jóvenes, a nuestra
querida juventud, a nuestros estudiantes, futuro del bienestar y del progreso
de la Sociedad y del Mundo, a que no se dejen manipular, que atiendan a la voz
de la experiencia, que piensen, reflexionen y actúen dentro de unas coordenadas
de respeto e inteligencia, perfectamente informados de qué piden, por qué
protestan y se manifiestan, sin lanzarse a las calles sólo cuando gobiernan
unos partidos y no otros, porque entonces su protesta es algo sospechosa.
Fernando Gámez de la Blanca.-
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